jueves, 12 de junio de 2014

Olor y color: la lavanda

Ya hemos mencionado las ventajas de cultivar plantas aromáticas en la entrada anterior del blog y ahora vamos a centrarnos en el cultivo de algunas de ellas para que nos sea de lo más sencillo tener ese rinconcito que de aún más aroma a nuestro huerto urbano. Vamos a empezar con una planta aromática que, además de olor, nos aportará mucho color: la lavanda.
Existen varios tipos de lavanda aunque nosotros vamos a centrarnos en la lavandula angustifolia que es la variedad característica del área mediterránea, único lugar del mundo donde crece salvaje, aunque se puede cultivar en cualquier lugar controlando los factores para que se desarrolle en perfectas condiciones.
En el caso de la lavanda, no es la cocina su uso más característico como sí lo es en otros tipos de aromáticas, sino el medicinal o su uso como aromatizante pues se usa muy a menudo en las típicas bolsitas que colocamos en armarios y zapateros de casa para mantener un aroma fresco en la ropa, por ejemplo.
Pero antes de pensar en qué vamos a utilizar nuestra lavanda, tenemos que cultivarla. Puesto que la lavanda florece desde mediados de primavera hasta finales de verano, debemos de sembrarla, en zonas de clima cálido, en otoño. Lo podemos hacer en maceta o en el suelo directamente. Como ya hemos dicho, en la zona del mediterráneo crece de manera natural en los montes así que sus requisitos son mucha luz y suelos secos y pedregosos. Procuraremos, por tanto, colocarla en suelos pobres y sueltos y con un buen drenaje.
Para colocarla, mejor donde dé mucha luz y esté aireada (como lo estaría en la naturaleza). Como decíamos, no necesita mucho riego porque aguanta bien la sequía, -de hecho, bastaría con el agua de lluvia- pero, si en lugar de sembrar las semillas, plantamos la lavanda por esquejes, deberíamos de regarla en los primeros días para que los esquejes arraiguen bien.
¿Y cuándo podremos usar sus flores? Pues para cosechar la lavanda deberíamos de esperar a su segundo verano. Entonces, recogemos las flores y las guardamos a la sombra para que se sequen y poder utilizarlas como aromatizantes. La planta de la lavanda suele durar unos 10 años y admite la poda (crece un metro y medio aproximadamente) así que, imaginaos la de beneficios que nos puede dar con muy poquita inversión porque, como decíamos, además de sus propiedades aromatizantes, también tiene buena fama como planta medicinal. Se pueden hacer infusiones, ungüentos... e, incluso, aceite de lavanda para tratar molestias tan dispares como las cefaleas, el insomnio o las picaduras de insectos.
Las ventajas de cultivar lavanda en nuestro huerto urbano parecen no tener fin, ¿no os parece? Pues ya sabéis que solo tenemos que adquirir todo lo necesario para su siembra en el catálogo de Semillas Huerta y Jardín y ¡a disfrutar del huerto!

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