lunes, 2 de junio de 2014

Sin agua no hay vida: el riego en nuestro huerto urbano

Sin agua no hay vida y eso es indiscutible. Con esta rotunda frase, en Semillas Huerta y Jardín queremos hacer hincapié en la importancia que tiene este elemento a la hora de cultivar nuestro propio huerto urbano: ¡sólo el agua es capaz de transportar todos los elementos esenciales que nuestras plantas van a necesitar!
Así que, si queremos que nuestro huerto crezca y sea la envidia de nuestros vecinos, es imprescindible tener un sistema de riego adecuado y unos buenos hábitos a la hora de regar.
Está claro que es imposible decir de manera general cuánta agua necesita cada cultivo –va a variar incluso dentro de una misma especie-, pero podemos hacer una aproximación: las hortalizas de crecimiento lento y las que inviernan en la tierra necesitan menos agua. Las hortalizas de hoja –nuestras lechugas o coles- van a requerir agua abundante y regular. Mientras que para las especies de raíz y las de fruto –como el tomate-, tendremos que regar con regularidad.
¡Aviso! Si hay heladas y no tenemos agua a mayor temperatura que el suelo, tendremos que renunciar al riego.
Ahora bien, sabiendo la cantidad de agua adecuada para nuestras plantas, necesitamos un buen sistema de riego que permita a nuestros cultivos recibir la suficiente cantidad de agua. Lo que trae la siguiente cuestión, ¿qué sistema de riego vamos a escoger?
Vamos a dejar de lado el sistema tradicional por inundación, que poco útil nos va a ser (por regla general) en nuestro huerto urbano, y vamos a centrarnos en hablaros del riego por aspersión, el riego por goteo y el acolchado.
Bueno, primero, evidentemente, siempre tenemos la opción del riego manual, claro. Una regadera va a ser la opción perfecta para pequeños huertos con tres o cuatro macetas.
Y seguimos. También tenemos en el riego por aspersión –el agua va a llegar en forma de lluvia localizada- encontramos tanto ventajas como inconvenientes. La nebulización del chorro va a oxigenar el agua, lo que resulta beneficioso para las plantas y la tierra; además, se puede complementar con una función fertilizante, antiparasitaria, pesticida o desinfectante. El problema es que supone un mayor gasto de agua que si usamos el riego por goteo.
Este sistema consiste en administrar pequeñas cantidades de agua mediante una red de tubos que cuentan con orificios especiales diseñados para no obstruirse con la tierra. Lo mejor del riego por goteo es que distribuye el agua de manera que va a ser totalmente utilizada por las plantas, sin perderse nada y, además, con este sistema es difícil que aparezcan malas hierbas entre nuestras hortalizas, ya que podemos controlar el caudal de riego y la frecuencia de una manera exacta. Es la mejor opción si el huerto es relativamente grande, sobre todo si en verano nuestras plantas reciben mucha insolación.
Si usáis mesas de cultivo, por ejemplo, el goteo es una buena elección. Para ello, en Semillas Huerta y Jardín encontramos un kit de riego por goteo que trae un sistema con 24 goteros de régimen turbulento de cuatro litros por hora a un bar (unidad de presión). Son seis metros de tubería de riego de cuatro milímetros. Además, cuenta con un convertidor para pasar de tubería de 16 milímetros a tubería de cuatro milímetros.
También tenemos que mencionar las jardineras con autoriego, muy adecuadas para las hortalizas menos exigentes con el agua. Estas disponen de un depósito de agua en la parte baja que mantiene húmedo el sustrato permanentemente.
Y por último, tenemos el acolchado, otro sistema que permite mantener la tierra húmeda. ¿Cómo funciona? Se protege el terreno con –versión natural- paja, hojas, turba…, o –versión menos natural- una lona de polietileno oscuro. La ventaja de la turba o la paja es que dejan respirar más a la tierra, la conserva más fresca, y tienen una acción humidificadora. El acolchado es muy útil para cultivar fresas, melones o calabacines, ¿Ventajas? Protege del frío, frena la evaporación y evita el desarrollo de herbáceas.
¡Ah! También tenemos el riego de emergencia: cuando las esperanzas por salvar a nuestras hortalizas son casi inexistentes debido a que están deshidratadas –han pasado el umbral de marchitez-, tenemos que tratar de actuar antes de que sea demasiado tarde. Primero, tenemos que dar sombra a la planta como sea, y luego regarla, incluyendo la parte aérea, con agua a temperatura ambiente o tibia si el sol está alto. ¡Importante! Evitar el exceso de agua porque la planta no lo absorberá y acabará pudriéndose: hay que regar en cantidades modestas y a intervalos.
Pero bueno, no vamos a tener que hacer ninguna actuación de emergencia a la hora de regar nuestro huerto porque ya tenemos un buen sistema de riego y conocemos a la perfección las necesidades de nuestras queridas plantaciones. Y si no, tranquilos, seguiremos dándoos consejos.

Ahora, ¡a disfrutar del huerto!

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