martes, 10 de junio de 2014

Cultivos imprescindibles: el tomate

Ya hablamos en el post anterior de una serie de cultivos que resultan poco menos que imprescindibles en nuestro huerto urbano. Una serie de hortalizas que, además de ayudarnos a mejorar nuestras técnicas de cultivo y a seguir aprendiendo sobre este mundo maravilloso de la horticultura ecológica, son de lo más útiles y sanos porque forman la base de la dieta mediterránea y, cultivarlos nosotros mismos, nos va a dar un plus de satisfacción cuando los preparemos.
Empezaremos esta serie de artículos detallando la manera de cultivar y las características de cada uno de estos cultivos con un clásico: el lycopersicón esculentum, también conocido como el socorrido tomate, originario de América pero clave también en nuestra agricultura y alimentación. Además, es una planta muy recomendable para tener en cualquier huerto urbano porque es un cultivo de alta productividad y crece en casi todos los terrenos y climas.
Podemos empezar a cultivar el tomate desde diciembre y hasta junio aunque al principio de la primavera es lo ideal porque así será más fácil evitar que se someta a heladas y fuertes vientos y podremos procurarle las seis horas de sol que necesita como mínimo. Sembraremos las semillas en semilleros y trasplantaremos las plantitas cuando estén los suficientemente grandes como para manejarlas, lo cual suele ocurrir en dos o tres semanas, unas cinco semanas después ya podemos trasplantarlas a un marco de 80x50 centímetros como lugar permanente.
La tomatera es una planta trepadora así que, desde el momento en que la plantemos en el lugar definitivo, colocaremos a su lado una caña de 1,5 metros de altura, aproximadamente, e iremos dirigiendo su crecimiento enrollando el tallo en la misma. Esto también servirá para que los frutos no toquen el suelo y evitaremos así pudriciones causadas por la humedad del suelo. En tres meses desde su planta ya podremos recolectar nuestros ricos tomates.
Eso sí, siempre que hayamos mantenido las condiciones necesarias para este cultivo. Aunque ya hemos dicho que crece prácticamente en cualquier terreno, procuraremos que el suelo de la tomatera esté mullido, aireado y bien abonado. Necesitará temperaturas cálidas. Lo ideal es que sea de entre 23 y 25 grados pero puede soportar hasta 35 grados, eso sí, nunca inferiores a los 10 grados.
El riego del tomate debe de ser abundante aunque no demasiado frecuente. En el capítulo del riego debemos de tener en cuenta dos consideraciones importantes: por un lado, procuraremos que el suelo esté siempre húmedo y, por otro lado, evitaremos mojar las hojas, la parte superior de la planta, en definitiva, pues es un cultivo muy dado a sufrir enfermedades y, como ya sabemos, la humedad es el escenario perfecto para la aparición, sobretodo, de hongos.
Si estáis dispuestos a probar con este fácil y agradecido cultivo, en el catálogo de Semillas Huerta y Jardín tenéis lo necesario para comenzar su siembra y para preparar el suelo con las condiciones idóneas.
En artículos posteriores iremos dando las claves para cultivar otras hortalizas imprescindibles que harán de nuestro huerto urbano, y de nuestras ensaladas, la envidia del vecindario. Mientras tanto, ¡a disfrutar del huerto!

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